Numéricamente el gobierno de Maduro se divide en una básica operación matemática donde se suma poco, se resta mucho y se divide siempre. Con más de 230 días en el poder el poder, no 100 como se dijo esta semana, el desgobierno actual lo único que ha logrado sumar son días, millas de vuelo, muertos en las morgues y Bolívares a los productos básicos. Ha restado ceros al sueldo de los venezolanos al devaluar más de dos veces la moneda, reduciendo cada vez más las posibilidades de vivir en una Venezuela diferente. Y por supuesto, también continúa dividendo, sin entender que un país no se construye con dos mitades halando en sentidos contrarios.
Tiene toda la razón Maduro, no son 100, son 230 días de destrucción que se suman a los 15 años de demagogia donde quien ahora detenta el cargo de presidente fue funcionario y parte del entorno que siempre rodeó a Chávez. El TSJ también tuvo razón en aquella tesis que mantuvo a Maduro desde el 9 de diciembre en el poder, solo que en lugar de hablar de continuidad administrativa debieron reconocer que lo que impera es un absoluto desorden administrativo, donde unas piezas cambian periódicamente cuando quieren dar la impresión de renovación.
En honor a la verdad, debemos reconocer que el único problema donde hemos visto a Maduro meter el pecho, movilizarse nacional e internacionalmente es en el caso Snowden, quizás muchos no sepan quién es, les daremos algunos datos. No es venezolano, está en Rusia en este momento esperando asilo y fue un técnico de la CIA acusado de filtrar información. A este joven Maduro prometió protegerlo, cosa que no hizo con los más de 4200 venezolanos que han muerto a manos del hampa durante su gestión. Por cierto, mientras los incompetentes protegen a este espía, meten a la cárcel a un muchacho venezolano por colgar un video en Youtube del ministro Ricardo Molina. Contradicciones y más contradicciones.
El peor enemigo del gobierno de Maduro es el tiempo, ese que permitirá demostrar hasta dónde llega la incapacidad y nuestra posibilidad de aguante. Hoy el país es una papa caliente que por más que inventen no tienen a quien pasársela, han convertido a Venezuela en una nación prácticamente ingobernable, endeuda a más no poder, con las reservas internacionales palo abajo, la inflación y el desempleo creciendo, pero siguen ocupándose de la agenda internacional, donde a pesar del billete que han aflojado no logran levantar perfil.
Sigan restando con su manera de gobernar, en abril 800 mil ya se habían pasado a las filas del progreso, con más de 200 días en el poder no dudamos que se haya doblado esa cifra. Contra los incompetentes memoria de acero, no olvidemos, recordemos cada promesa y contemos porque cada día quiere decir que queda menos.