“Ahora nos van a marcar el cuerpo como si fuésemos vacas”, expresó ayer muy molesta una mujer que hacía la cola para entrar al supermercado Bicentenario Norte, mientras un militar se acercaba hacia la multitud con un marcador para ordenarlos por número, publica Panorama.
Así continúa la situación del desabastecimiento en el Zulia, única en el país, donde apenas el sol sale y alrededor del súper los consumidores esperan que los empleados abran para comprar los productos regulados.
Aun cuando solo vendieron leche y mantequilla, la cola superó 500 personas, en el referido local, desde las 5:00 de la mañana hasta las 3:00 de la tarde, luego que se agotaran los artículos.
Sin hacer la fila, muchos caminaron por el estacionamiento hacia la entrada, sin restricciones de los militares, confiados por un momento en que sería fácil comprar los alimentos, pero se asombraron al enterarse que para llevar dos bolsas de leche y dos envases de mantequilla debían salir y ponerse en la cola, esa misma que vieron al llegar y, por ende, dejarse marcar un brazo con un número si querían comprar.
Para el reportero, hacer la cadena humana fuera del establecimiento se convirtió en un verdadero desafío debido a las altas temperaturas (ayer, de 44 grados) que ni los jugos de los vendedores ambulantes podían refrescar.
El 80% de los presentes en la cola era de barrios cercanos, donde se dedican a la reventa de los productos a precios altos, una práctica nunca antes vista en el Zulia y que reclama más contundencia por parte de las autoridades.
“¡Mirá, ya nos dejaron sin nada!”, dijo una mujer —vestida con manta naranja— a su familiar, al ver que en el estacionamiento llegó una buseta del Cpbez repleto de oficiales. Soltó que venían a llevarse lo poco que quedaba en el súper. Sin embargo, le reprocharon que no exagerara, que iban a poner orden en caso de una eventualidad.
La sensación de ardor en rostros y cuerpos por el sol empeoró a las 10:00 de la mañana, pero no impidió que las personas desistieran de la lucha que enfrentan a diario contra mafias de bachaqueros para comprar los alimentos que cuesta conseguir en la región.
No solo los contrabandistas han sido detenidos por este delito que ha arropado a toda la entidad. Ayer, en la tarde, dos empleados de Bicentenario, ubicado en 5 de Julio, cayeron presos por vender carne escondida en un saco para verduras, informó Jairo Ramírez, secretario de Seguridad y Orden Público.
A pesar de los esfuerzos por controlar esta venta indiscriminada de artículos tan escasos, dentro de la cola del supermercado los usuarios denunciaron que en el centro de Maracaibo un pote de leche cuesta 120 bolívares y un paquete de harina lo venden en 38.
Sentados en la acera, bajo la sombra esperaban las personas su turno de entrar, pero el descanso se acabó cuando el guardia caminó hacia la entrada externa. Enseguida todos se levantaron y “caras nuevas” aprovecharon para colarse entre empujones.
Desde el final de la cola gritaron: “¡Colao, ése está colao!”. Sin prestar atención al escándalo, el guardia lo dejó pasar con 20 personas más, quienes luego hicieron la fila dentro del súper en un espacio aparte, lejos de los demás productos. Separaron este lugar de pago de los no regulados porque los pasillos se abarrotaban y los bachaqueros aprovechaban para abrir paquetes ahí mismo o se los llevaban escondidos, relató la mujer de un policía.
Con un marcador rojo, el militar escribió un número en el brazo para ordenar la entrada de cada comprador. La medida causó extrañeza y la vieron también con desagrado. “Ahí viene el soldado, nos van a marcar como vacas”, replicó con rabia otra mujer.
Durante la mañana, patrullas del Cpbez entraron y policías salieron con bolsas de alimentos. A ellos, según la pareja del oficial, permiten que dos de sus familiares hagan compras.
Finalmente, dentro del supermercado dan un número físico al comprador, anotan su cédula en una lista y le entregan los productos o lo que queda de éstos. En este punto, y vía celular, se enteraban afuera que la cola de cuatro horas fue en vano. Ya no había leche ni mantequilla, por lo que los bachaqueros activaron un “radar”: “Vamos al Sambil, dijeron que allá hay harina”, alertó una mujer wayuu a sus paisanos.