La “mujer guerrera” del venezolano Oscar Carvallo se lanza a la conquista de París, protagonizando una colección que será desvelada el martes por la noche en París, al margen de las selectas pasarelas de alta costura, donde la casa Chanel presentó en la mañana un teatral desfile con toques futuristas.
Ana Maria ECHEVERRIA/ AFP
Este es el segundo desfile en París del creador venezolano de 47 años, que lleva 25 en la costura y que se instaló hace una década en la Capital Luz, donde su marca seduce cada vez más a una clientela internacional.
Tras su primer desfile parisino inspirado en el mar, Carvallo volcó esta vez la mirada a la mujer, en toda su fuerza y complejidad, para crear una veintena de modelos para la próxima temporada invernal.
“Guerrera y femenina”, “fuerte y al mismo tiempo sensible”, explicó el modista mientras ponía los últimos toques a una de sus creaciones en su taller en la exclusiva calle Faubourg Saint Honoré.
Ayudado por una costurera, Carvallo ceñía el corpiño de un estrecho traje largo, en tonos negro y dorado, sobre una modelo muy alta y muy rubia.
Ese traje, como otros de la colección -donde dominan los tonos cobre, negro, blanco, dorado – evocan armaduras. Las telas que escogió son por ello rígidas, como la siberlina, el gazar, pero usó también ricos y pesados brocados color oro.
Pero los encajes y los tules suavizan esa silueta de “guerrera letal”, al subrayar el lado femenino, “la sensibilidad e intuición” de la mujer.
“He jugado con la imagen de la mujer fuerte y a la vez femenina y elegante. Por eso el cuero, pero también mucho tul y encaje”, subrayó Carvallo.
“El cuero es la fuerza”, notó el modista, que en su desfile para la temporada pasada, protagonizado por “la mujer pez”, creó escamas en cuero troquelado para vestir a la mujer en sirena.
En esta colección, el cuero troquelado, mezclado algunas veces con tejidos metálicos, evoca armaduras samurai, y tiene un toque medieval, con el gazar simulando quillas.
La otra inspiración de esta colección son los pájaros. Por eso el modista venezolano, que presentará su desfile titulado “Eagle’s eye” (Ojo de águila) en los lujosos salones del Ayuntamiento del distrito cuatro de París, le Marais, utilizó muchas plumas: de oca, de avestruz y también plumas fabricadas en cuero troquelado.
“Los pájaros evocan la ascensión, el poder de mujer, la libertad, el movimiento, esta nueva era”, dijo Carvallo, que ha diseñado trajes en tonos azules estampados de garzas de invierno japonesas.
La segunda jornada de alta costura se abrió con la colección de la casa Chanel, siempre una de las más esperadas de la temporada.
Su director artístico, Karl Lagerfeld, presentó amazonas futuristas, muy femeninas, e instaló a sus invitados en un teatro abandonado, quizá hasta bombardeado, que recreó en el museo Grand Palais.
En la sala, había discretas actrices francesas como Virginie Ledoyen y Carole Bouquet, estrellas asiáticas que lucían creaciones Chanel, y la cantante Rihanna, que llegó muy sexy, rodeada de guardaespaldas y decenas de fotógrafos.
Las modelos desfilaron ante la representación de una ciudad del futuro, donde se perfilaban edificios ultramodernos, como algunas de las creaciones: faldas muy cortas, chaquetas muy cuadradas, amplios cinturones marcando la cintura, y también trajes largos y transparentes..
Una modelo desfiló envuelta en un gran abrigo azul marino bordado con brillantes.
“Esta colección está casi toda bordada. A veces, tres bordadores trabajaron en un mismo traje”, explicó Lagerfeld, que dijo que la idea que centró la puesta en escena y la colección era la “oposición del Viejo y Nuevo mundo”.
“Chanel es el embajador del Viejo mundo en el Nuevo”, aseguró el diseñador alemán.
Las pasarelas parisinas continúan el martes por la tarde con el desfile del brasileño Gustavo Lins, que es el único latinoamericano miembro titular de esta exclusiva familia de la alta costura.
La alta costura es una apelación jurídicamente protegida por la Cámara Sindical de Comercio e Industria de París, que vela que este término sea usado sólo por las casas que cumplen con estrictos criterios, entre ellos que las ropas sean hechas a la medida, y que los diseñadores pueden vender únicamente un diseño de cada prenda por continente.