La exposición “Nelson Mandela, de prisionero a presidente”, dedicada a la figura del líder sudafricano, ha logrado récord de visitas para el Ayuntamiento de París, que le rinde homenaje hasta el mes de julio.
Solo el pasado 12 de junio 1.343 personas visitaron la exposición, una afluencia nunca alcanzada previamente en muestras organizadas en ese lugar.
Parisinos y turistas no parecen querer dejar pasar la oportunidad de descubrir la vida, y especialmente las hazañas de supervivencia, del primer presidente negro de Sudáfrica, en un ambiente dominado por la incertidumbre sobre el estado de salud de este hombre de 94 años.
Mientras el padre de la nación sudafricana continua hospitalizado desde hace doce días, la capital francesa acaba de otorgarle la Ciudadanía de Honor y ha situado esta exhibición como columna vertebral de la temporada Sudafricana de Francia, que se prolongará hasta el mes de septiembre.
“Nelson Mandela, de prisionero a presidente” rinde homenaje al líder que emprendió un largo camino hacia la libertad de su país, poniendo fin al combate armado y luchando por la reconciliación de una Sudáfrica que padeció 300 años de colonialismo y 50 de apartheid.
Una réplica de la diminuta celda en la que vivió su cautiverio y el 46664, número de preso con el que se conoce al líder, devenido un icono mundial, reciben al visitante para recordarle los 27 largos años que Madiba, cariñoso apodo con el que se le conoce, pasó en la prisión de Robben Island.
Tras el proceso de Rivonia en 1964, diez cabecillas del Congreso Nacional Africano (CNA), el órgano de lucha contra el sistema dominante de disgregación racial, fueron encarcelados.
Nadie imaginó en aquel momento que entre ellos estaría el primer presidente elegido democráticamente en Sudáfrica el 28 de abril de 1994, sólo cuatro años después de su excarcelación.
“Unícamente dirigió un mandato, ya que quería dejar paso a las próximas generaciones, y éste estuvo marcado por los intensos esfuerzos de unificar la nación, luchando contra la pobreza y la discriminación”, declaró a Efe el comisario de la muestra, Laurent Clavel.
La batalla de Nelson Mandela (Sudáfrica, 1918) por la tolerancia se tradujo en la metáfora absoluta de la igualdad entre pueblos y sobretodo contra el racismo en todo el mundo.
Su manera creativa, organizada e informal de resistir al apartheid lo han convertido en un icono “querido universalmente por la fortaleza de su carácter, su compromiso y abnegación, así como por su generosidad, apertura y coraje”, manifestó Clavel.
La exposición aviva esta imagen del expresidente a través de una colección de fotografías de su infancia, que abordan su origen humilde y su educación occidentalizada; también con su primera entrevista en televisión, retransmitida días después de la masacre de Sharpeville o con una carta de amor destinada a su esposa Winnie.
No obstante, “Nelson Mandela, de prisionero a presidente” revela también las debilidades del líder, como por ejemplo su fuerte temperamento.
Además se critican algunas de las políticas seguidas, entre ellas la tardanza en reaccionar a la epidemia del sida, cuestión en la que el mismo Mandela reconoció haber errado cuando su hijo falleció infectado de este virus en 2005.
Una mirada rápida a la Sudáfrica actual remata este largo recorrido por la historia del país, con algunos de los dibujos de los caricaturistas más célebres del momento.
“Hoy en día Sudáfrica es una democracia muy joven que avanza poco a poco enfrentándose todavía a su pasado más reciente”, remarcó el comisario.
El próximo 18 de julio, coincidiendo con el 95 aniversario del líder pacifista, el emblema parisino por excelencia, la Torre Eiffel, se iluminará con los colores de la bandera sudafricana.
El mismo día se celebrarán las Jornadas Internacionales de Nelson Mandela, conmemoradas desde 2009 por la Organización de Naciones Unidas e ideadas por el mismo Madiba, que propuso dedicar 67 minutos, el equivalente a sus 67 años de lucha por la libertad, a mejorar la vida del resto.
“Su deseo con la puesta en marcha de esta iniciativa era revelarnos que el poder de cambiar el mundo está en nuestras manos y no en las de nuestros dirigentes”, observó Clavel. EFE
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