Lluvias torrenciales azotaban el jueves la ciudad de Moore, en las afueras de Oklahoma City (centro-sur), lo que complicó los operativos de limpieza de escombros tres días después de que un poderoso tornado matara a 24 personas y destruyera 2.400 casas en esta localidad estadounidense.
Los pronósticos señalaban que la lluvia seguiría cayendo toda la jornada sobre Moore, empapando la zona de desastre donde la víspera los residentes comenzaron a escarbar entre los restos de sus casas destruidas para recuperar efectos personales.
Las inundaciones en algunas calles aumentaban la dificultad para trasladarse los vehículos de emergencia y limpieza.
El tornado del lunes, uno de los más destructivos de los últimos años en Estados Unidos con vientos de 320 km/h, dejó a su paso 24 muertos, incluidos ocho niños que quedaron atrapados dentro de una escuela primaria que colapsó, y dos bebés.
La agencia de respuesta a emergencias de Oklahoma dijo que 2.400 casas fueron dañadas y más de 10.000 personas fueron afectadas en esta comunidad de 56.000 viviendas, que aún conservaba el recuerdo de un tornado aún peor registrado en mayo de 1999.
La noche del miércoles la oficina de la gobernadora de Oklahoma, Mary Fallin, actualizó el número de heridos a 353, mientras agregó que “todas las personas que se creían desaparecidas fueron localizadas”.
El senado de Oklahoma ya aprobó 45 millones de dólares de ayuda. Pero los costos de los daños podrían alcanzar hasta 2.000 millones de dólares, duplicando los que ocasionó el tornado de 1999, indicó a CNN John Doak, director del departamento de seguros del Estado, quien dijo haber recibido ya 4.000 declaraciones de siniestros.
Más del 75% de los tornados en el mundo se producen en Estados Unidos y más específicamente en el Estado de Oklahoma, situado en el llamado “corredor de los tornados”, que son las grandes planicies del centro del país.
Refugios fortificados no obligatorios
La ciudad comenzó a enterrar a sus muertos. La mañana de este jueves tuvo lugar la ceremonia para enterrar a una niña de 9 años encontrada entre los escombros de su escuela junto a un compañerito.
Su necrológica, publicada en el periódico local NewsOk, cuenta que “Tonie” y su mejor amiga “Emily” eran “inseparables”. “Hasta último momento, se abrazaron el uno al otro hasta el cielo, donde no estarán jamás solos”.
Ninguna ley local o federal obliga a instalar refugios contra tornados en las casas, ni siquiera en las escuelas.
Los propietarios que opten por disponer de este tipo de protección deben pagar hasta unos 4.000 dólares por su versión más elemental. Sólo entre 10% y 20% de las viviendas de la zona devastada el lunes disponían de uno de estos búnkers, según John Snow, profesor de meteorología de la Universidad de Oklahoma.
Tras el tornado de 1999, Mel Evridge, un albañil retirado, construyó un refugio subterráneo, donde se protegió el lunes. Contrariamente a la mayoría de las viviendas estadounidenses, que son de madera, Evridge levantó la suya, en los años 70, con piedras de la zona. El lunes, estas resistieron los monstruosos vientos.
La secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, que el miércoles se desplazó a la zona afectada, aseguró que los equipos de rescate se mantendrán “hasta el final de la reconstrucción” en la región.
“Los habitantes de Moore son fuertes”, dijo. “El dolor que sentimos hoy es indescriptible. Pero ya hemos experimentado la tragedia y hemos salido más fuertes como pueblo y como Estado”, añadió.
Está previsto que el presidente Barack Obama se traslade a Moore el domingo para constatar el alcance de los daños. Visitará a “las familias que han sido afectadas y (agradecerá) a los miembros de los servicios de emergencia”, dijo la Casa Blanca.
El mismo día tendrá lugar una ceremonia religiosa en homenaje a las víctimas en una de las iglesias de la ciudad. AFP
Fotos AFP