El modelo económico que este régimen ha impuesto obstinadamente en Venezuela en los últimos 15 años, contra viento y marea y a contracorriente de lo que ocurre hoy en el mundo, comienza a mostrar, no signos, sino evidencia de su desmoronamiento y con ello preludia la inviabilidad política del gobierno. Por una parte la convocatoria a dialogar que se formuló al Presidente de Empresas Polar, en relación al grave problema del desabastecimiento y por la otra, el reconocimiento de que los fondos públicos se agotaron y por ello la necesidad de cobrarle las viviendas a quienes fueron favorecidos en la Gran Misión Vivienda Venezuela, demuestra palmariamente que el gobierno colapsó desde el punto de vista económico y que Venezuela es hoy un país al borde de la ruina.
Maduro antes de reunirse con Lorenzo Mendoza, públicamente lo acusó de acaparador y de todo cuanto se le ocurrió, desprestigiándolo a él y a sus empresas, además como era usual en el difunto, amenazó con la expropiación; sin embargo, la reunión se efectuó en buenos términos, con respeto y en forma sincera, como comentó el empresario y el Vicepresidente. Esto me hizo recordar lo que siempre comentaban altos funcionarios del Departamento de Estado con relación al Presidente fallecido: “En privado las reuniones con la máxima autoridad de Venezuela eran normales, de intercambio y con entendimiento. Pero cuando él salía a declarar a la prensa, profería una sarta de bravuconadas que para nada reflejaban el tono y los acuerdos discutidos.” Era un tipo folklórico que para los norteamericanos sólo era importante lo que hacía, no lo que decía. Ellos estaban claros que había un discurso para el circo, para el engaño de las masas. Eso mismo hizo Maduro con Mendoza.
Con el diálogo empresarial, el gobierno como siempre espera ganar tiempo, con la esperanza de que las cosas se recompongan; sin embargo se equivoca, el colapso ya llegó, pero se ilusionan con que todo sigue igual. La verdad no es equivocado cobrarle a quienes se benefician de una vivienda pública, sobre todo porque hay que asegurar la continuidad de los programas de construcción de viviendas, seguir beneficiando a más venezolanos, a los que vienen atrás. Cobrar lo justo según la capacidad económica de cada cual, es sano. Que la gente contribuya según sus posibilidades, además enaltece al venezolano que con su esfuerzo propio quiere hacerse propietario de un techo para sus hijos. El problema es que, como dice el Alcalde Ledezma, primero deberían cobrarle a los cubanos, peruanos, bolivianos, nicaragüenses, etc., que se beneficiaron de viviendas construidas con dinero venezolano, porque si no sería injusto hacerlo sólo a las personas de nuestro país.
Por otra parte, en otras naciones donde la gente paga por sus viviendas, lo hace porque los receptores tienen trabajo. No es el caso de Venezuela donde damnificados beneficiarios de la GMVV, que lo habían perdido todo, que pasaron por los menos 2 años en un refugio (la gran mayoría aún permanece en esos sitios lúgubres) sufriendo de hacinamiento, maltratos y violencia, no pueden hoy pagar la cuota, por muy módica que sea, porque no trabajan. Ahora, si los adjudicatarios, como se ha dicho, no son en su gran mayoría damnificados, sino militares, funcionarios públicos, amigas de autoridades, cubanos, etc., pues bien, que paguen una cuota cónsona con el nivel privilegiado de ingresos que tienen.
El gran problema es que la GMVV fue un señuelo electoral en el que el régimen claramente dio a entender que las viviendas eran gratis, la prueba es que no dio propiedad sino adjudicación. Hoy el engaño le estalla en la cara al régimen. Nos preguntamos ¿qué le van a cobrar a los habitantes de El Morro de Petare, urbanismo que presenta grandes grietas en techos, aceras y pavimento?