El régimen culpa de tanta violencia al expresidente colombiano Alvaro Uribe y al presidente norteamericano Barack Obama . Vuelve Uribe a estar en la mira y la boca de los revolucionarios y Obama llena el espacio de Satán que otrora personificara Bush, es decir, el gobierno como gobierno, no es culpable de absolutamente nada.
Mientras tanto, el mundo comienza a ver a los demócratas venezolanos de forma diferente. Peruanos, panameños, paraguayos, españoles, argentinos entre otros, entienden que algo inexplicable sucedió en las elecciones del 14 de abril en Venezuela, siendo que la actuación posterior del régimen, confirma que las sospechas deben tener asidero.
Y es que la situación del precario gobierno se ha ido agravando por una acumulación inédita de errores: la negativa a abrir las urnas electores y entregar los cuadernos de votación dando al traste con la oferta del propio Maduro primero y con el acuerdo de UNASUR después. Ese acuerdo obligaba a realizar un recontéo “legítimo y confiable” de votos y la apertura de un camino de diálogo con la oposición venezolana. fue todo lo contrario, la Asamblea Nacional fue secuestrada por el régimen, apaleados los opositores al más puro estilo de las dictaduras más feroces, con la sonriente complacencia de los altos representantes de las instituciones.
Lo que no ha podido ocultar el gobierno es que esta nervioso, fracturado y cargado de las terribles consecuencias de 14 años de pésimas políticas. A veces se tiene la impresión de que hay facciones del gobierno que andan sin control y su actuar socava la frágil base de sustentación de un gobierno con problemas de legitimidad de origen y, a la vez, con importantes limitantes para lograr legitimidad por desempeño.