Por mucho, lo que ocurrió el 16 de abril en la Asamblea Nacional (AN) se puede calificar como el más bochornoso de la historia del Parlamento venezolano. Quienes lean esta crónica, si recuerdan la historia parlamentaria de Venezuela, podrían decir que unos diputados de la Causa R le lanzaron maíz a sus contrarios, en el hemiciclo, en el antiguo Congreso, por allá en el 95. O que parlamentarios de Primero Justicia llevaron un cochinito a la cámara, ya en la AN, por el año 2000. También podrían recordar que bastantes golpes se dieron los diputados del MVR y de la oposición, cuando se caldeaban los ánimos y de eso pueden dar fe Alfonso Marquina, Nicolás Sosa y hasta el propio presidente Nicolás Maduro, quien en sus tiempos de diputado también protagonizó estos encontronazos.
Por Janet Yucra/lapatilla
Pero, lo del martes fue un atentado contra el deber ser del Parlamento. A los diputados de la Mesa de la Unidad se les impidió ejercer su derecho de palabra, contrariando el principal objetivo de una institución democrática donde se dirimen las diferencias mediante la palabra. El presidente de la AN, Diosdado Cabello, anunció y lo cumplió, que no le permitiría hablar al parlamentario que no reconociera como presidente a Maduro. Ismael García, Eduardo Gómez Sigala y César Rincones no pudieron hablar en el debate sobre los resultados electorales, por lo cual, no se puede decir que fue un debate, sino casi un monólogo de unos parlamentarios que insultaron a sus colegas y les llamaron “asesinos”, “cobardes”, “malandros”, “fascistas”, en medio de una situación de crisis política y en la que una institución como la AN, debió dar el ejemplo para calmar los ánimos.
Ni cuando el 11 de abril
Lo que ocurrió en la sesión del martes no sucedió ni siquiera en los días posteriores al 11 de abril de 2002, cuando los parlamentarios llegaron a acuerdos y durante más de un mes se hicieron interpelaciones para determinar lo que ocurrió durante esos sucesos. Pese a sus diferencias y ante 19 muertos y cientos de heridos, los miembros de la AN dialogaron, se escucharon. No es que no hubo momentos de tensión, sino que en medio de la crisis, la institución funcionó y, aunque se produjeron informes diferentes y no se nombró la comisión de la verdad que se exigía, los diputados pudieron expresarse y esto quedó para la historia.
La sangre llegó
En medio de la mordaza que les pusieron a los diputados de la MUD, ocurrió un hecho de sangre en el cual el parlamentario William Dávila (MUD/Mérida), resultó con una grave herida en la cabeza. Nadie ha dicho el nombre del agresor, pero se sabe que le lanzó un micrófono en la cabeza, que provocó una herida profunda que ameritó puntos de sutura. ¿La inmunidad parlamentaria cubre estos atentados?
Luego que ninguno de los parlamentarios de la MUD pudo hablar, porque no reconocieron a Maduro, la fracción opositora decidió retirarse del hemiciclo, en medio de los insultos y amenazas del oficialismo. Pero, lo más grave, es que los parlamentarios, elegidos con votos, tuvieron que ser montados en un autobús y ser escoltados por la Guardia Nacional, porque los amenazaban.
En la sesión, el Presidente de la AN ratificó lo que dijo hace unos días, al decir que “el muro de contención era el presidente Hugo Chávez”, en referencia a “las locuras” que se les ocurrían. Que yo recuerde, el presidente Chávez hablaba con los diputados y aunque los intercambios eran rudos, nunca, de ninguna manera, el mandatario impidió que sus contrarios hablaran en la AN.