El 3 de junio del 2010, después de cumplir 15 años de prisión por traficar drogas a través de los Cayos de la Florida, Jorge Cabrera salió de una prisión federal en Miami como un hombre libre y básicamente anónimo.
Tanto había cambiado desde 1996. Ya no era el tristemente célebre contrabandista de pelo oscuro que hizo negocios con el señor de las drogas Pablo Escobar y dio titulares internacionales por fotos que se tomó con Hillary Clinton en la Casa Blanca, con Al Gore en una recaudación de fondos en Coral Gables y con Fidel Castro en Cuba.
Esa parte de su vida se había convertido en una borrosa nota al pie. Dejaba la prisión como una persona canosa, pero enérgica, de 53 años, para comenzar su nuevo capítulo con una cuenta de banco vacía y sin idea de qué iba a hacer para vivir legalmente en un mundo ahora extraño.
“No podía ni siquiera viajar en un auto sin marearme. Mi cuerpo no estaba acostumbrado”, dijo Cabrera.
Le tomó tiempo, pero el carismático cubanoamericano volvió a valerse por sí mismo. Regresó a sus raíces como un activo empresario en su ciudad de Islamorada, al tratar otra vez con bultos de mercancías. Sólo que en esta ocasión no eran de marihuana o cocaína. Era cartón usado.
“He ido de fardo en fardo”, dijo Cabrera con una gran sonrisa.
Cabrera, quien se quedó con un ya existente negocio de contenedores para escombros de construcción, entró en el reciclaje después que un viejo amigo le habló sobre el gran problema de su nueva empresa. “El cartón está fuera de control”, dijo Jorge Hoyo, quien compró hace tres años el Sunshine Cuban Café & Market.
Cabrera se imaginó que otros negocios familiares podrían tener el mismo problema. Llevo a cabo su propio programa piloto para ver cuánto cartón producían las pequeñas empresas.
Fue a su amiga de la infancia, Betsy Jacobs, dueña del mercado y tienda de fiambres Trading Post en Islamorada, para pedirle prestado su compactadora de cartón. Ella tenía el único negocio en la isla que producía suficiente cartón para justificar el equipo de $15,000. Jacobs compró su primer equipo hace 25 años y dijo que ahorra unos $1,200 al mes en gastos de eliminación de residuos. Cabrera determinó entonces que podía hacer dinero con el cartón.