En la oposición nos quejamos mucho de que nuestro discurso no cala a pesar de la realidad que golpea a los sectores populares y que generamos desconfianza, cuando debía ser lo contrario; sin embargo cuando analizamos, por ejemplo, algunas de nuestras críticas a iniciativas del gobierno, tal como en el caso de los médicos para Barrio Adentro, nos encontramos que descalificamos a estos profesionales por su mala formación y nos quedamos ahí, mientras el gobierno replica diciendo que nos parecen malos porque son para el pueblo. Si hubiésemos criticado la formación de los galenos, pero hubiésemos añadido que era necesario complementar su aprendizaje con un programa tutorial de 2 años, nos hubiesen entendido mejor y no hubiésemos generado desconfianza.
Esto viene a colación porque recientemente tanto en prensa como en televisión, el personero más importante del área de Desarrollo Urbano y Vivienda de la MUD, calificó a los refugios como centros de “promiscuidad”. Que yo sepa en los refugios conviven venezolanos que lo han perdido todo y que llevan más de dos años viviendo hacinados en espacios inhumanos, sometidos a una disciplina abusiva y que han sido víctimas de violencia y de violaciones. Por otra parte cuando explicó el problema de los barrios no llegó a exponer detalladamente en que consistiría la solución que proponemos, cosa que es crucial para que nos entiendan, nos compren la idea y poder vender nuestro mensaje. Pero además terminó diciendo que el problema no es la vivienda, sino la ciudad, algo que es verdad, pero que lo comprende un grupo reducido entre los cuales no están con seguridad quienes deseamos que capten nuestro mensaje. El problema inmediato de los ciudadanos de los barrios es de vivienda y difícilmente tendrán claro que la solución pasa por el concepto de ciudad, cosa que a lo mejor compran mejor los habitantes de las urbanizaciones.
Adicionalmente se añadió que el problema no era de vivienda, sino de trabajo, pero puso dos ejemplos que se contradijeron con respecto a esa afirmación: en el primer caso un “toero” dijo que pudo hacer su casa en otra época cuando el salario rendía más, cosa que es cierto, pero en el segundo caso un mensajero con trabajo fijo y beneficios sociales, logra comprar un apartamento, que luego tiene que vender, porque no lo podía sostener. ¿En qué quedamos entonces? Hay trabajo pero eso no garantiza la vivienda, como se afirmó al principio, luego hay una contradicción evidente. En definitiva el sustrato que se deja es que el problema de vivienda, no es de vivienda, cosa que es grave y contradictorio para los fines del mensaje. Además añadió que los edificios de la misión vivienda no cumplen con las normas antisísmicas. Personalmente he hablado con varios grupos de ingenieros inspectores de esas obras y ninguno me pudo aseverar que tal cosa no se cumplió. Presumo, conociendo la irresponsabilidad con que trabaja el gobierno, que estas normas no se aplicaron pero como nadie de adentro me lo ha asegurado, no lo puedo aseverar.
En resumen nuestro discurso debe ser respetuoso, claro, sin ambigüedades ni contradicciones, debe atacar la ineficiencia gubernamental, explicar cómo se perjudica la gente por los yerros del chavismo y sobre todo graficar nuestra propuesta de manera que el sector objeto de nuestro discurso la imagine, se sumerja en ella y se involucre. Sólo así podremos convencer.