El sucesor de Benedicto XVI, que el lunes decidió renunciar por “falta de fuerzas”, tendrá que ser un Papa joven, buen comunicador para divulgar su mensaje más allá de los círculos católicos y con dotes de mando para poner orden en una institución lastrada por las divisiones, aseguran expertos y diplomáticos.
“Es evidente que la renuncia ha sido por razones de salud”, asegura el embajador de España ante la Santa Sede, Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga, admitiendo lo que diplomáticos y vaticanistas piden a media voz, un Papa “más joven” que conecte con la modernidad.
“Alguien joven que pueda viajar” dice por su parte una fuente diplomática latinoamericana, resumiendo el sentimiento de muchos de los embajadores ante la Santa Sede, para los que el criterio geográfico no es determinante.
“La elección del Papa no está determinada por un criterio geográfico sino de idoneidad, de buscar a la persona que mejor pueda representar el sucesor de San Pedro, el timonel más adecuado”, explica Fernando Zegers, embajador de Chile en el Vaticano.
En estos días previos al cónclave que, a partir de mediados de marzo, elegirá al nuevo Pontífice, vuelve con fuerza la figura de Juan Pablo II, “un Papa irrepetible” según Sáenz de Buruaga, que algunos recuerdan ahora como el “anti-Ratzinger”, un Papa viajero, deportista y carismático frente al actual Pontífice, rutinario, erudito e intelectual.
Sin embargo la “juventud” (un término muy relativo teniendo en cuenta que la mayoría de los nombres que suenan para suceder a Benedicto XVI tienen más de 60 años) no es una condición suficiente.
“Lo más importante es tener un Papa que sepa hablar al mundo, más allá del mundo católico, y que presente la fe como un gran mensaje positivo. Necesitará estar en conexión con los demás, no sólo hablar de la Iglesia desde el interior”, explica Andrea Tornielli, un vaticanista del sitio especializado Vatican Insider, que reconoce sin embargo la labor de Benedicto XVI.
— “¡Que no sea únicamente un intelectual!” —
En la plaza San Pedro, los católicos de a pie tampoco esconden sus ganas de tener a un nuevo Papa, no sólo “joven” sino moderno, “alguien con espíritu joven que sea más flexible”, explica Ieva Tamosaityte, una lituana de 25 años. “Yo espero mucho del próximo Papa, sobre todo el tema de la homosexualidad, espero que sea más progresista”, dice por su parte Bart, un alemán de 20 años.
El biógrafo del Papa, Marco Politi, es mucho más duro a la hora de hacer balance de la era de Joseph Ratzinger, aunque reconoce que el alemán es un gran teólogo. “¡Necesitamos un Papa que sepa gobernar y que no sea únicamente un intelectual!”, exclama este vaticanista de ‘Fatto Quotidano’, y denuncia también “el clima de conformismo que ha durado ocho años, durante los cuales nadie se atrevía a llevarle la contraria”.
“Pero ahora no sabemos qué tienen en la cabeza los cardenales”, dice Politi, dando a entender que todo es posible en el cónclave aunque él apuesta por un “hombre del centro”.
El futuro Papa también tendrá que resolver los problemas internos del Vaticano, como la todavía pendiente reforma de la Curia, el conjunto de órganos de gobierno de la Iglesia Católica.
“Necesitamos una simplificación de esa institución demasiado compleja”, asegura Tornielli, de Vatican Insider, que lamenta el fracaso de Ratzinger para reformar el gobierno del Vaticano.
El nuevo Papa tendrá otros asuntos candentes sobre la mesa, como la lucha contra la pedofilia, un tema no resuelto sobre el que las asociaciones de víctimas creen que no se ha hecho mucho en los últimos años, o el papel del controvertido Banco del Vaticano, que tiene desde este viernes un nuevo presidente, el industrial alemán Ernst von Freyber.