La oposición venezolana tardó más de una década en articularse, pero apenas unos meses para empezar a atomizarse.
Desavenencias, acusaciones públicas y acaloradas discusiones a puertas cerradas agitan las aguas de la coalición opositora, en contraste con un oficialismo que da muestras de unidad presto a unas eventuales presidenciales si el mandatario Hugo Chávez no pudiera seguir comandando el país por el cáncer que sufre.
Diego Oré/REUTERS
Y el tan temido resquebrajamiento de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), largamente profetizado por sus críticos, se ha acentuado con las dos últimas derrotas en las urnas.
Dentro de la heterogénea fuerza construida para enfrentar la hegemonía electoral chavista de los últimos 14 años conviven la postura moderada del ex candidato presidencial Henrique Capriles, con otras lideradas por políticos más experimentados que alientan acciones confrontativas como marchas y protestas.
Aunque Capriles hizo en octubre la mejor elección de la oposición en años al conquistar un 44 por ciento de los votos, quedó 11 puntos detrás de Chávez. Y en las regionales de diciembre la oposición sólo ganó tres de 23 gobernaciones.
“La MUD y los partidos que la componen deben saber que su esencia ha sido sobrepasada”, dijo el analista Luis Enrique Alcalá sobre el bloque creado en el 2008. “Si no emprenden una metamorfosis radical se verán reducidos a la insignificancia”.
Del otro lado del ring, el chavismo ha entendido que la unidad es fundamental para seguir en el poder.
Forzado por los avatares de su enfermedad, Chávez designó al vicepresidente Nicolás Maduro como su eventual sucesor en una jugada que parece haber postergado las luchas intestinas dentro del oficialismo y lo fundió en un abrazo público con otro peso pesado de la fuerza: el jefe del congreso, Diosdado Cabello.
Pero en la oposición -donde se codean una treintena de partidos- no existe un liderazgo monolítico que pueda imponerse.
“La oposición nació fracturada porque es la sumatoria de varios partidos donde cada uno preserva su individualidad. Allí, no hay más remedio que esperar tensiones internas e incoherencias”, dijo Alcalá.
Algunos creen que la diversidad de la coalición es un símbolo de democracia, pero en la práctica pocas agrupaciones latinoamericanas funcionan bien con tanto disenso.
UNA OPOSICIÓN, DOS ALAS
Desde principios de diciembre, cuando Chávez viajó a Cuba para su cuarta operación en 18 meses, los líderes opositores han chocado sobre cómo actuar ante la ausencia del mandatario.
Tarea difícil con un rival enfermo, sin fecha para probables elecciones y con una comunidad internacional que le ha dado un espaldarazo a Maduro. Ante la falta de estrategias claras, surgieron dos alas que han venido sacando sus trapos al sol.
“En una alianza como esta cada quien escoge su énfasis. La MUD no es un ejército”, dijo a Reuters el secretario ejecutivo de la agrupación, Ramón Guillermo Aveledo, en su oficina de Caracas, donde cada semana encabeza reuniones con los miembros de los 30 partidos que componen la alianza opositora.
Los más conciliadores, liderados por Capriles y el gobernador de Lara, Henri Falcón, han llamado a la calma y a respetar la decisión del máximo tribunal del país que le permitió a Chávez iniciar su cuarto mandato sin estar presente.
Este tándem de jóvenes políticos ha dicho que busca desmarcarse de las viejas prácticas de la oposición que, por años, intentó defenestrar a Chávez con protestas y una huelga petrolera que terminó en un breve golpe de Estado de 48 horas en el 2002, del cual el mandatario salió repotenciado.
A mediados de mes, ambos gobernadores se reunieron con Maduro y estrecharon su mano, crispando los ánimos del ala más radical. Pocas horas después, la diputada opositora María Corina Machado encabezó un desplante al vicepresidente en el Congreso cuando presentaba el informe ejecutivo anual.
Machado, una pertinaz crítica del Gobierno que abraza el libre mercado, lidera junto con el ex alcalde Leopoldo López una de las alas opositoras más radicales, que reclama una junta médica para constatar en Cuba si Chávez puede seguir gobernando, ante la falta de detalles sobre la enfermedad del presidente.
“Quienes estamos dentro de la MUD tenemos el deber de hacer nuestros planteamientos y críticas internamente porque el daño que puede hacer es que se perciba como falta de coherencia cuando pasa totalmente lo opuesto”, dijo Omar Barboza, jefe de Un Nuevo Tiempo, la segunda fuerza opositora.
DIVIDE Y VENCERÁS
Pero el chavismo no olvida que hace cuatro meses Capriles hizo una elección impensada tiempo atrás y no duda en aprovechar las fisuras que empiezan a emerger en la MUD.
“Se están cayendo a golpes, ellos no respetan ningún acuerdo. Esa es la oposición que tenemos. Ojalá tuviéramos una oposición seria en este país”, dijo Cabello esta semana.
Y el jueves, Maduro adelantó que la próxima semana diputados del oficialismo presentarán “pruebas irrefutables” de corrupción en el partido Primero Justicia, que Capriles ayudó a fundar.
Aunque Aveledo asegura que los ataques del chavismo buscan generar intriga, una fuente de la MUD dijo a Reuters que algunos de los líderes opositores más importantes nunca han asistido a sus reuniones semanales y que muchas veces terminan con fuertes discusiones provocadas por ambiciones personales.
Pero en la práctica, la oposición al menos parece haber superado su principal escollo en el corto plazo: la elección de un candidato para eventuales comicios presidenciales.
Aunque Capriles salió favorecido en las encuestas que lo midieron el año pasado con Maduro, este año el vicepresidente fue ungido como “sucesor” por el propio Chávez, lo que tendría un efecto sobre las preferencias de los venezolanos.
Mientras atraviesa sus tensiones internas, la oposición tiene el desafío de honrar su propio mantra: “Solos caminamos más rápido, pero juntos llegamos más lejos”.