A 500 días del Mundial 2014, Brasil deberá responder al nerviosismo por la seguridad en los lugares públicos tras el mortal incendio en una discoteca, más allá del estricto control en los estadios impuesto por la FIFA, estiman analistas.
El incendio que mató a 231 personas, la mayoría jóvenes universitarios, “fue muy impactante, y alterará la percepción que se tiene afuera de Brasil, porque las personas viajarán preocupadas por su seguridad”, dijo a la AFP Pablo Azevedo, coordinador del Laboratorio de investigaciones sobre gestión del deporte de la Universidad de Brasilia.
Atribuida a una cadena de errores, la tragedia que probablemente empezó con una bengala lanzada en un local cerrado puso en el radar de los brasileños el tema de la seguridad en lugares públicos más allá de los estadios.
El fuego y el humo tóxico devoraron la discoteca Kiss en Santa María, una ciudad universitaria a unos 300 km de Porto Alegre, una de los 12 sedes mundialistas.
“Después de una catástrofe como esta es de esperar una respuesta muy dura por parte de las autoridades. Habrá seguramente un endurecimiento del control, porque la legislación ya es dura, lo que falla es el control” de las condiciones de seguridad, agregó Azevedo.
Este lunes la FIFA negó que el incendio cuestione la seguridad en los estadios que acogerán la Copa Confederaciones y el Mundial.
“Lo que ha sucedido no puede compararse con la organización del plan de seguridad de la Copa del Mundo de la FIFA. Tenemos plena confianza en el Comité de Organización Local (COL) y en las autoridades”, sostuvo el secretario general de la FIFA, Jerome Valcke, de gira en Brasilia.
Las dudas, sin embargo, están relacionadas con la seguridad de millares turistas que circularán por Brasil durante los eventos deportivos, y que no sólo tienen en sus planes ir al estadio.
El verdadero riesgo no está vinculado con los escenarios deportivos, afirmó Pedro Trengrouse, consultor de la ONU para el Mundial.
“La preocupación es que hasta ahora no se ha tenido una planificación de seguridad” en los exteriores de los sitios de las reuniones oficiales y de las 12 sedes, enfatizó.
Durante la Copa del Mundo 2010, unas 20.000 personas se reunían a diario para ver los partidos en pantalla grande en la turística zona de Copacabana en Rio, sede de los Juegos Olímpicos 2016, recuerda Trengrouse.
“La preocupación por la seguridad durante los partidos de la Confederaciones o el Mundial es marginal”, insiste Gustavo Mello, especialista en gestión de riesgos de Correcta Consultoría.
En su opinión, Brasil tendrá que enfocarse en corregir las fallas sobre la seguridad en los lugares públicos de diversión.
“Ahí la repercusión deberá ser mayor, porque existen desigualdades muy grandes entre los estados en cuanto a la legislación y fiscalización de las medidas para prevenir y atender emergencias”, agregó a la AFP.
En un intento por apaciguar el nerviosismo, el ministro de Deportes Aldo Rebelo recordó que Brasil “es un país serio que trata con grandes eventos” como el carnaval o la próxima visita del Papa Benedicto XVI a Rio, prevista para julio en el marco de las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ), que acogerán a unos dos millones de personas.
“Este es un país acostumbrado a realizar grandes eventos, con margen de seguridad y organización. Y un accidente por más lamentable que sea no va alterar la imagen” de Brasil, afirmó Rebelo.
El Comité Olímpico Internacional (COI) también renovó su confianza en el anfitrión de los Juegos Olímpicos 2016.
“No dudamos de que Rio 2016 sabrá brindar un entorno seguro a los aficionados, atletas y personas que trabajen en los Juegos”, declaró el COI en un comunicado enviado a la AFP en Lausana, Suiza.
“Lo que pasó en Santa María es una tragedia (…); podría suceder en cualquier lugar del mundo, pero no tiene nada que ver con la capacidad de Brasil de organizar eventos masivos”, sostuvo por su lado Carlos Villanova, director de Comunicaciones del Comité Olímpico de Rio-2016.
Lejos de la opinión de autoridades, los expertos consultados aseguran que Brasil deberá dar una respuesta contundente para apaciguar el nerviosismo.
“Lamentablemente debió ocurrir lo del domingo para que se realice un control más riguroso de locales (…) Si la respuesta es adecuada se podrá revertir (el efecto sobre la percepción) en el mediano plazo y no afectar mucho la Copa”, declaró Azevedo.
AFP