Científicos de la Universidad de Florida (UF) identificaron al hongo que aniquiló más del 90 % de la torreya de Florida, un tipo de conífera que crece exclusivamente en esta zona de Estados Unidos, anunció hoy este centro educativo.
Tras ochenta años de investigaciones, un equipo de especialistas en patología arbórea de la UF, en Gainsville (norte de Florida), logró identificar al hongo Fusarium torreyae como el responsable de la práctica total extinción de la citada conífera, que sólo se encuentra en el norte de Florida y el sur de Georgia.
El citado hongo “infectó más del 90 % de la conífera torreya que cubre partes del norte de Florida y del sur de Georgia muy cerca del río Apalachicola”, señaló este lunes en un comunicado Jason Smith, profesor del Instituto de Ciencias Agrícolas de la UF.
“Durante años, la hipótesis más común era que esta enfermedad había acabado” con esta especie arbórea, pero “nadie había conseguido precisar y confirmar la causa hasta ahora”, agregó Smith.
Gracias a la información producto de esta investigación, esperamos poder “conservar” y “hacer algún progreso para replantar este árbol en su zona original”.
La torreya de Florida es una conífera de madera muy resistente y hoja perenne que comenzó a desaparecer en la década de los treinta, hasta convertirse hoy en una de las especies de coníferas más escasas del mundo. Su hábitat primario se encuentra en el Parque Estatal de Torreya, en el condado de Liberty (Florida).
Pese a que la mayor parte de los ejemplares adultos de esta conífera han desaparecido, esta especie puede sobrevivir en zonas agrestes con aspecto raquítico.
En muchos de los tocones de este árbol salen brotes de torreya que sobreviven hasta que el citado hongo los infecta y destruye, generalmente cuando alcanzan un metro de altura. Un conífera de este tipo puede llegar a medir veintidós metros de altura.
Son muy pocos, actualmente, los ejemplares de esta conífera libres del Fusarium torreyae y, según Smith, una de las prioridades de su equipo es realizar una prueba de laboratorio para determinar si estos árboles poseen “algún tipo de resistencia natural” al hongo.
De ser así, sería posible “inducir” un cambio de “resistencia” en otros ejemplares de esta conífera por medio de un “cultivo especial y otros métodos”.
Entre los trabajos que lleva a cabo el equipo de científicos, destaca el cultivo de ejemplares sanos de esta conífera a partir de semillas, aunque, tras investigaciones exhaustivas, se ha llegado a la conclusión de que “este hongo está presente en las zonas nativas donde crece este árbol”.
Por ello, para dar a los ejemplares trasplantados posibilidades de supervivencia, los investigadores “han seleccionado cuidadosamente y preparado los lugares” donde se van a replantar. Todo ello exigirá la limpieza del suelo y la eliminación de vegetación que pueda robar el sol a esta coníferas, indicó la UF.
“Hay cierta esperanza. Si podemos reducir el estrés que supone para el árbol su crecimiento en otras zonas bajo diferentes condiciones, podremos potenciar su resistencia natural al hongo”, explicó Smith. EFE